domingo, 9 de junio de 2013


Sinópsis.- La historia comienza con Hafid que se demoró frente al espejo de bronce y estudió su imagen reflejada en el metal bruñido, ‘’Solo los ojos conservan su juventud’’, se dijo a si mismo, después comenzó a caminar por el espacioso piso de mármol, sus ancianas piernas lo llevaron más allá de las mesas esculpidas en madera de ciprés y marfil.

Muchas y más cosas lujosas había en su hogar. Ningún visitante al palacio de Hafid podía dudar de que se trataba en realidad de una persona de grandes riquezas.

Ya después de una larga caminata por su palacio Erasmo su principal tenedor de libros, esperaba inseguro un poco más allá de la entrada –Mis saludos, señor–dijo Erasmo. Hafid inclinó levemente la cabeza y continuó en silencio. Erasmo lo siguió sin poder ocultar su rostro de preocupación ante la extraordinaria solicitud de su amo para celebrar una entrevista en ese lugar.
Hafid se detuvo cerca de las plataformas y contempló todas las mercancías que eran sacadas de grandes vagones con contenidos diferentes en ellos.

Hafid se volvió hacia Erasmo y le preguntó -¿Mi camarada de confianza recuerdas la primera orden que recibiste de mí?- Erasmo pensó y luego dijo: Usted me ordenó que cada año repartiera la mitad de las ganancias a los pobres señor.
-¿Y no me consideraste en esa época un hombre de negocios necio? ¿Estás dispuesto a decir que tu preocupación carecía de razón?
-Sí señor.
-Permíteme entonces animarte para que tengas fe en mi decisión.
Un rato después de haber hablado con Erasmo acerca de qué hacer y de cómo repartiría la mitad del dinero, Hafid le dijo a Erasmo que al día siguiente se reunieran, él dijo que le diría un secreto que no había compartido con nadie, salvo su esposa.
Al día siguiente Hafid llevó a Erasmo a un cuarto donde nadie había entrado, había muchos rumores de ese cuarto, pero por fin él iba a saber qué había ahí. Cuando entraron todo se veía muy tenebroso, el cuarto estaba obscuro, lleno de polvo y telarañas, y fue hasta el final del cuarto que Erasmo pudo ver un cofre, entonces Hafid se detuvo, se sentó y dijo que dentro de ese cofre había algo que él no había revelado desde hace décadas, entonces Hafid abrió el cofre, Erasmo esperaba que hubiera oro o algún tesoro, pero, en lugar de eso, estaba lleno de papeles, eran unos pergaminos. Erasmo se sintió desilusionado, entonces Hafid dijo:
-no te sientas desilusionado, porque en estos pergaminos hay mas riquezas de las que parece.
Hafid le explicó a Erasmo que en esos pergaminos estaba la clave para ser un gran vendedor, pero se tenían que seguir unas reglas, una de ellas era que los pergaminos se debían de leer en orden, cada pergamino estaba enumerado, pero el pergamino más importante era el número uno ya que ese te explicaba cómo leer los demás pergaminos, si no lo leías no te servirían los pergaminos. 
-Cada gran vendedor del mundo lo ha tenido- dijo Hafid, y antes de morir tengo que heredarlo a alguien más, y sabré quien será por algún tipo de señal antes de morir. 
-¿Cree que aún después de estos años el nuevo portador de los pergaminos aparecerá?- dijo Erasmo.
-Sí, ¿y te quedarás conmigo hasta ese día? 
-Sí señor- dijo Erasmo.
Después los dos salieron del cuarto, Erasmo volvió a trabajar y Hafid se quedo pensando profundamente y sus pensamientos retrocedieron retrospectivamente a través del tiempo…

Era invierno en Jerusalén, a poca distancia de la villa de Bethpagé, descansaba la caravana comercial de Pathros, de Palmira, dentro de la tienda se le observaba caminando de un lado a otro enojado para fruncir el entrecejo y sacudir la cabeza en dirección al joven, arrodillado tímidamente cerca de la entrada de la tienda, ese joven era Hafid que raramente había hecho la petición de ser comerciante a Pathros que este estaba perplejo y asombrado con el extraño pedido, pues el había sido cuidador de camellos durante mucho tiempo y fue repentino su pedido diciendo con estas palabras: ‘’Deseo ser vendedor de sus mercancías en vez de ser simplemente un camellero. Quiero ser como Hada, Simón, Caleb y los otros que parten de nuestros vagones de mercancías con animales que apenas pueden caminar con la carga de artículos, y que regresan con oro para usted y oro para sí mismos.’’

Después de una larga charla finalmente Pathros aceptó la petición de Hafid ya que este le dio las verdaderas razones de su pedido, lo que el quería era conquistar a la hija de Calneh el cual era un comerciante muy rico y Hafid no tenía ninguna oportunidad por su posición de camellero.

La primera prueba de Hafid era vender uno, solo uno de los mas finos mantos rojos en la ciudad de Belén a la cual muchos vendedores no querían ir ya que era una ciudad que ellos calificaban como pobre porque no vendían nada, siendo que Pathros en una ocasión vendió más de 100 mantos.

Antes de que Hafid partiera un día antes luego de esa conversación Pathros dijo estas palabras al joven y le pidió que se las repitiera ‘’El fracaso no te sobrecogerá nunca si tu determinación para alcanzar el éxito es lo suficientemente poderosa’’

Así pasaron los días y Hafid no tuvo suerte de vender el manto, desesperado finalmente se rindió y en cuanto se estaba retirando observó a una familia eran un hombre, una mujer y un recién nacido, como era de noche hacía frío y los padres tenían que cubrir al niño con sus mantos y Hafid observó como se entumían por lo que Hafid decidió tomar el manto rojo lo observó y fue, le retiro los mantos al niño y se los dio a sus padres, el suyo a cada quien por lo que los padres se quedaron desconcertados, y colocó el manto rojo sobre el niño para que no pasará frío, ya de regreso Hafid aun sentía en sus mejillas el cálido beso de la joven madre del bebé.

Justo cuando regresaba encima de el brillaba la estrella más brillante jamás vista y cuando llego a la ciudad en la noche observó que Pathros estaba afuera de la tienda viendo hacía el cielo Hafid temeroso al verlo, por creer que había fracasado se detuvo sin hacer ningún ruido pero el anciano lo vio casi de inmediato.

El anciano se le acercó y con una voz que demostraba impresión y asombro le preguntó: -¿Has venido directamente de Belén?
-Sí, señor.
-¿No te alarmas de que una estrella te haya seguido?
-No lo había observado, señor
-¿Qué no lo habías observado? Me ha sido imposible moverme de este lugar  desde que vi que la estrella se levantaba por primera vez sobre Belén hace casi dos horas. Jamás he visto otra con más color y brillantez. Y luego, mientras la observaba, comenzó a moverse en los cielos y a acercarse a nuestra caravana. Y ahora que está directamente sobre nuestras cabezas, tú apareces, y por dios, ya no se mueve más.

Pathros observó el rostro de Hafid y a estudiarlo detenidamente preguntándole si había participado en algún suceso extraordinario durante su estancia en Belén, a lo que este respondió que no, entonces el anciano dijo que nunca había pasado una noche como esa y el joven dijo que tampoco olvidaría esa noche, entonces hubo un pequeño silencio y el anciano comenzó a observar al asno en el que viajaba Hafid y se dio cuenta de que las bolsas estaban vacías. Pathros invitó a Hafid a entrar a su tienda para que le contara todas las experiencias que había tenido en Belén, Pathros reclinó su catre y escuchó con los ojos cerrados la larga historia de Hafid que incluía desde los insultos que se llevo, todos los rechazos y los momentos en los que sonrió como cuando le contó del soldado romano que le arrojó el manto en la cara cuando el joven vendedor se había negado a bajar el precio.
Hafid le contó que en momentos se había sentido derrotado y decepcionado por no poder vender el manto pero que el solo pensó en la hija de Calneh, y que sabía que si fallaba no se atrevería a verle la cara de nuevo y con voz quebrantada Hafid dijo-Pero de todos modos fracasé.
-¿Has fracasado? Pero el manto no ha vuelto contigo.
Hafid entre sollozos empezó a contarle el incidente del bebé y el manto, y mientras el joven narraba la historia, Pathros lanzaba miradas repetidas a la puerta de la tienda y al resplandor que aún iluminaba el campamento. Una sonrisa se dibujó en su rostro perplejo y no se dio cuenta que el joven en lugar de contar la historia ya solo sollozaba. Pathros le confesó a Hafid que aunque el viaje no haya sido  de beneficio para él joven vendedor, lo había sido para el porque el resplandor de la estrella lo había curado de una ceguera que le costaba admitir, terminaron de platicar, Hafid se retiraba pero entro a la tienda de nuevo porque escuchó que Pathros lo llamaba, a lo que el anciano lo señaló y le dijo- Duerme tranquilo que no has fracasado.

Después de dos semanas de que la caravana había regresado a Palmira, Hafid fue despertado cuando dormía en su colchón de paja para que se presentara ante Pathros, Hafid de inmediato se presentó en el dormitorio de su señor, Pathros se levantó con dificultad hasta que se sentó, el se veía diferente a como Hafid lo había visto hace doce días, el anciano le hizo señas para que se acercara, Hafid se acerco y se sentó cuidadosamente en la cama esperando que el anciano le hablara, incluso la voz de Pathros era diferente en cuanto al timbre y en el tono de la última reunión. El anciano preguntó a Hafid si aún quería ser vendedor a lo que el joven respondió afirmativamente. –Que así sea-Dijo Pathros.
Pathros le contó a Hafid que a el ya no le quedaba mucho tiempo de vida y que la muerte ya estaba rondando por su puerta, Pathros le pidió a Hafid que retirara  el pequeño cofre de cedro que estaba bajo su cama, lo levantó y lo colocó suavemente sobre la cama a los pies de Pathros, el anciano le explicó que el había tenido el privilegio de salvar a un viajero del Oriente que había sido asaltado por dos bandidos cuando el era aún más humilde que un camellero. El hombre insistió que Pathros le había salvado la vida y que lo recompensaría, por lo que lo invito a su casa y fue aceptado como uno de los suyos, cierto día le enseño el cofre el cual contenía diez pergaminos, todos ellos numerados, el primero tenía el secreto de la sabiduría y los otros tenían todos los secretos y principios necesarios para alcanzar un gran éxito en el arte de vender, finalmente al aprenderse cada palabra de los pergaminos a Pathros se le entregó el cofre con los diez pergaminos.
Pathros le explico a Hafid que como para el hombre que el había salvado esa era su señal para entregarle los pergaminos, para el la señal era la de la estrella, que lo siguió al regalar ese manto que era muy preciado para el, para una noble causa para un bebé recién nacido que lo necesitaba más que el, así que le entregó el cofre con los pergaminos a Hafid no sin antes explicarle las condiciones, la cual era que la tercera persona que recibiera esos pergaminos podría compartir los secretos con quien el quisiera y a cuantas personas deseara, y que tenía que repartir la mitad de sus riquezas a quienes mas lo necesitaran, Hafid aceptó, en cuanto le entrego los pergaminos le pidió que se fuera lejos y que hasta que no estuviera lejos de la ciudad no podría comenzar a leer los pergaminos, finalmente Hafid encontró vivienda en la ciudad de Damasco pero observó que había demasiados comerciantes y algunos tenían puestos que parecían celdas incluso, Hafid se alojó en una posada llamada Moscha y pagó un mes de alquiler por adelantado, pero Hafid se empezó a sentir deprimido y a decaer al ver a todos esos comerciantes en un solo lugar, el pensó que la idea de que el llegaría a ser el vendedor más grande del mundo y que podría competir con todos esos vendedores era estúpida y comenzó a sollozar hasta dormirse por lo cansado que estaba del viaje, luego sucedió un acontecimiento que lo hizo reflexionar y después de todo se relajó, abrió el cofre y finalmente comenzó a leer todos los pergaminos.

Fue así como Hafid finalmente se quedó esperando a aquella persona que recibiría los pergaminos y espero y espero casi 3 años, hasta que un día alguien toco a la puerta del palacio de Hafid, y como de costumbre Erasmo era quien atendía la puerta, era un joven que no daba mucha confianza, tenía mal aspecto, mala vestimenta y unas sandalias desgarradas, el le dijo a Erasmo que lo único que quería era hablar un poco con Hafid, que no pretendía lastimarlo ni pedirle limosna y que si hacía esto el se retiraría instantáneamente, Erasmo con poca confianza, le hizo una señal de que entrara y así lo acompaño cojeando hasta donde  Hafid dormía, Erasmo tosió un par de veces para que Hafid despertara y al despertarse Erasmo se disculpo por interrumpir su sueño y le informo sobre el joven que ya estaba frente a Hafid y Hafid lo observó detenidamente y el joven le pregunto si el era el vendedor más grande del mundo a lo que este respondió que así le llamaron en tiempos pasados, entonces el joven comenzó a contarle su historia a Hafid, el joven se llamaba Saulo aunque muchos le conocían como Pablo, este joven comenzó a contar su historia a Hafid mencionando a um hombre llamado Jesús diciéndole que el era el mesías y contándole sobre las hazañas que el había hecho, sus conferencias, sus milagros, luego de eso le mostró un manto manchado de sangre y lo puso sobre su falda, Hafid se puso pálido al reconocer el manto y le pidió a Pablo que le contara sobre el nacimiento de Jesús, Pablo le dijo que nació en una cueva en Belén, durante la época del censo Tiberio, la sonrisa de Hafid parecía infantil para los dos hombres , al observa con asombro, porque las lágrimas comenzaron a correr por las arrugadas mejillas del anciano. Se las enjugó con la mano y preguntó: -¿Y no salió también la estrella más brillante que el hombre a presenciado jamás, y que alumbró encima del lugar del nacimiento de este bebé?
Pablo abrió la boca pero o pudo decir nada, ni era necesario, Hafid levantó los brazos y abrazó a Pablo, y esta vez ambos lloraron mezclado sus lágrimas.
Finalmente el anciano se puso de pie y llamó a Erasmo. –Fiel amigo, ve a la torre  y vuelve con el cofre. Por fin hemos encontrado a nuestro vendedor.

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